THIS IS LONDON. Acto tercero. Desenlace.
Tras dos meses de andaduras por la capital británica ha llegado la hora de bajar el telón. Es el momento de recapitular y responder, definitivamente, al enunciado que encabeza los tres artículos dedicados a la ciudad inglesa: ¿qué es Londres?
Para cualquiera que haya visitado Londres en alguna ocasión, o incluso para aquellos que sólo han podido acercarse a la ciudad a través de las imágenes que las revistas o el cine ofrecen de ella, Londres es sin duda el emblemático Big Ben, la imponente abadía de Westminster, las luces urbanitas de Picadilly Circus. Es el Tower Bridge, el palacio de Buckingham, el London Eye, la catedral de St. Paul y Trafalgar Square. Es, incluso, las cabinas rojas, la guardia real, o el bullicio de todos los comercios agolpados en Oxford Street. Y es cierto que Londres es todo eso, pero también es cierto que es un sinfín de cosas más que no vienen recogidas en las páginas de la mayoría de las guías de viaje dedicadas a la ciudad.
Y así, escapando de las rutas más convencionales, se descubre que Londres es el mercado de flores de Columbia Road, donde cada domingo puedes comprar orquídeas por dos libras; es un taxi cubierto de pintura rosa que anuncia, con su inconfundible tipografía, el musical de Dirty Dancing, es un mojito con intenso sabor a hierbabuena en el Two floors de Kingsley Street.
Londres es correr escaleras abajo sorteando todo tipo de obstáculos (carros de niños, turistas despistados, envoltorios de comida esparcidos por todas partes), para coger a tiempo el metro que tiene que llevarte a la estación oportuna y poder realizar el transbordo correspondiente; es rezar por el camino para que ningún fallo técnico, o ningún loco suicida, obligue a detener el tren en medio del túnel. Es asumir finalmente que, un día más, llegarás más tarde de lo esperado a tu destino.
Londres es pisarle el pie a un estresado hombre de negocios y decirle ‘excuse me’ en lugar de ‘sorry’, como si encima le estuvieras pidiendo permiso para hacerlo, y descubrir su encarnizada mirada de odio mientras, en tu completa ignorancia del fallo lingüístico, eres incapaz de comprender a qué viene tanta agresividad. ¡Vaya con el carácter inglés!
Londres es viajar en la parte superior de un autobús rojo mientras sientes que dominas la ciudad y que un mundo nuevo se abre a cada segundo ante tus ojos. Es relajarte mientras te dejas llevar, olvidarte de mirar el reloj. Es no poder evitar sentir un leve espíritu festivo cuando descubres que, por eso de las peculiaridades del lenguaje y lo que viene a conocerse como los falsos amigos (palabras en otro idioma que son prácticamente iguales a alguna de nuestro idioma materno pero cuyo significado es completamente diferente), los autobuses que tienen que desviarse de su ruta habitual (cosa por otro lado muy frecuente) lo hacen en ‘diversion’.
Londres es también descubrir que no hay forma de llegar a pronunciar correctamente las palabras ‘word’, ‘work’, ‘world’, ‘walk’ y ‘would’ por mucho que deformes tu cara tratando de imitar la forma en que los ingleses colocan la boca en la materialización de esas vocales imposibles para los castellano-parlantes.
Londres es pasear en bici por la orilla del río Támesis, hacer una parada en el Borough Market y comer una hamburguesa vegetal de productos orgánicos. Es merendar frambuesas, desayunar ‘chocolate chunk cookies’, degustar las ‘muffins’ de colores fluorescentes (amarillo, rosa, rojo, lila) de Candy y descubrir la sección de comidas extrañas (gusanos con sabor a bacon, tarántulas cubiertas de chocolate, piruletas de tequila y hormiga, chupa-chups de perla) de Fortnum and Mason.
Londres son las pintas de Broadway Market, del Electricity Showroom, la comida picante del vietnamita de Old Street. Es también el barullo de Carnaby y la comida internacional del “Brick Lane sunday market”.
Londres es acudir al ‘Art festival’ de Hackney Wick, visitar las galerías de arte que abren sus puertas al público durante esos días, estar tomándose unas cervezas mientras se es testigo de un concierto infumable de un grupo de amigotes que se han juntado para hacer un poco de ruido. Es retirarte de la fiesta con unas ganas inmensas de llegar a tu casa y meterte en la cama y descubrir que alguien se ha llevado tu bici. Es volverte a casa caminando con cara de idiota mientras sujetas entre tus manos el candado cortado que quien te ha robado la bici ha tenido la honradez de dejarte en el lugar donde la habías aparcado.
Londres es admirar el estilo de los guapos y guapas que se pasean los domingos por Brick Lane, visitar el stand de Strawberry Kats en el Spitalfields Market, volverse loca con la mega-tienda que Top Shop tiene instaurada en el mismísimo Oxford Circus, reafirmarse como una consumista irremediable en el Primark de Oxford Street.
Londres es Hackney. Londres es el número 23 de Cotesbach Road. Londres son Sonia, Arnaud, Cris, Simon, Casper y su hijo Mathew. This is London. Esto es Londres.
Pleased to meet you.
mola lo de los falsos amigos…
diversión!!!
Que bonita descripcion de Londres 🙂